El mercado laboral actual se caracteriza por su complejidad y por la dificultad que tienen determinados colectivos (jóvenes, mujeres, discapacitados, inmigrantes, mayores de 40 años...) en encontrar empleo estable. A pesar de los esfuerzos de las Administraciones por mejorar las condiciones laborales se mantiene la precariedad, los salarios bajos y la contratación temporal, por meses, días e incluso horas.
Los cambios tecnológicos y la competencia en una economía global hacen que las empresas intenten reducir sus costes, principalmente, laborales.
Por otra parte, muchos universitarios o alumnos de formación profesional una vez finalizan sus estudios, no consiguen una primera oportunidad laboral hasta superada la treintena. Se da la situación de jóvenes con elevado nivel de formación académica, incluso con postgrado y master, pero sin experiencia profesional. Otros se dedican a realizar cursos organizados por academias o cursos ocupacionales para desempleados. Y otros se escudan detrás de unas oposiciones, a pesar de saber que tendrán pocas opciones.
Ante esta coyuntura, debemos tomar conciencia de que el autoempleo es una de las soluciones más habituales al desempleo.
El autoempleo significa crear tu propio puesto de trabajo, ser tu propio jefe, crear tu propia empresa. Esta situación puede darse como empresario individual o como parte de una sociedad con otros socios.
Hay muchas razones por las una persona decide escoger el autoempleo como salida profesional. Algunas de estas razones son: obtener un beneficio económico, trabajar para uno mismo y sin jefes, como salida al desempleo, desarrollo profesional o tratarse de un reto personal.